“Sexo” Me Dijo. He Repetido Muchas Veces Esa Palabra En Mi Mente Buscando Alguna Inspiración Y Nada. ¿Qué Decir Del Sexo? Qué Se Puede Decir Del Arte De Hacer… El Sexo No Necesita Explicación Ni Teoría, Necesita Dos Cuerpos Que Se Deseen Con Ansiedad Animal; Sentir Sin Miedo.
Entregarse sin timidez, sin vergüenza por las libras de más o la ausencia de un cuerpo escultural. Me gusta el sexo intenso, el sexo salvaje, el sexo que provoca jadeos y sudoración extrema. El que me corta la respiración. Me gusta que los besos me resulten salados. Que gotas de su sudor caigan sobre mi cuerpo y se mezcle con el que cubre mi piel.
Sentir la adrenalina corriendo por mi torrente sanguíneo. El deseo acumulado…. La vorágine que provoca el esperar por lo que tanto se desea… La ansiedad de sentirse solo uno, de sentir su piel, de respirar su aliento. Que no haya tiempo para preámbulos o besos que ambienten la situación, ni caricias que preparen mi piel. Necesito euforia, desesperación, pasión. Saber que el tiempo es poco y hay muchas cosas que hacer… que la ropa quede regada por doquier. Olvidarme de poner su canción favorita o de encender velas.
Necesito quedar extenuada y sentir mucha sed para saberme satisfecha. Descubrir en los espejos de ese barato motel de paso, que la mujer que cabalga desnuda es una totalmente diferente a la que entró con traje de oficina momentos antes.
Si al terminar siento las sabanas de la cama mojada… si no soy capaz de expresar ninguna palabra… si mis piernas carecen de fuerzas… si no encuentro donde quedó mi ropa interior… entonces sé que el acto ha sido exitoso. Pero no todo se acaba cuando la lava blanca cubre su volcán. Los remanentes siguen ahí.
Al día siguiente el caminar resulta dificultoso y los músculos del cuerpo duelen. La sonrisa se hace presente. Se olvida el aumento del precio de la gasolina o las groserías del jefe, el cúmulo de papeles en la oficina parece menos importante y las urgentes reuniones de último minuto, valen madre. Sientes acabar de salir de un spa; descansada, ligera, feliz, plena.
Aclaro que el hecho de que disfrute tanto de las intensidad de mis relaciones no quiere decir que las demás vertientes no sean aceptadas y también practicadas. También he disfrutado de la dedicación de hacer el amor.
Se lo que es tomar el tiempo para apagar lámparas y encender velas, de servir en copas la sidra ya fría, de usar ligeros, medias y corsé, de cubrir sus ojos y amarrar sus manos. Sentir como cada espacio de su piel se eriza mientras recorro su cuerpo con mis labios helados. Del mismo modo como sus manos ásperas acarician mis pechos cuando mis pezones están duros por el frío de la habitación.
Sin importar el ritmo anímico que motive el acto o la cantidad de orgasmos que se provoquen, nada se compara con la placidez de terminar dormidos abrazados el uno al otro.