De imprevisto (III)

Sin darme cuenta, de mis manos se resbaló la comida que había comprado para ti. El ruido que provocó al caer, hizo que se dieran cuenta de que estaba ahí. Intentaron cubrirse, realmente no entiendo para qué.

Tus gritos al llamarme no me detuvieron, baje rápidamente las escaleras y encendí el auto sin mirar atrás.

He conducido sin norte desde hace unas tres horas. Apenas acabo de detener el motor y mirando el mar saque mi libreta para escribir.

En mi móvil hay varias docenas de llamadas tuyas, no me interesa contestarlas… ¿Qué podrías decirme?

Cae la noche, sigo con la mirada perdida en el mar, en las olas que vienen y van. Mientras mi mente divaga sin saber que hacer de aquí en adelante.