
Las mujeres podemos llegar a ser más masculinas y poderosas que los mismos hombres. Nuestra capacidad de ser pulpos, al hacer muchas cosas a la vez, de manera exitosa viene a compensar nuestra debilidad física. La oportunidad divina que se nos da, de ser madres, nos hace muy resistentes… pero también emocionales.

Hay días en que las hormonas se apoderan de nuestro cuerpo. Es inevitable que nuestro humor asquee. Nos sentimos incómodas y no sabemos porqué. El calor nos invade el cuerpo, mientras que el frío nos congela los huesos. Las voces de las personas nos molestan, pero la música nos calma.

¿Qué decir de nuestros hombres? Ellos son quienes más sufren nuestras variaciones. En sus cuadrados cerebros masculinos no son capaces de entender con la lógica que les destaca los motivos que nos inspiran a actuar así. Total… tampoco nosotras lo sabemos. Sufrimos a partes iguales por falta de entendimiento. Nos amamos pero esos días nos resultan muy malos para la convivencia.

Esos días nos brindan la excusa perfecta para cualquier cosa. Nos amparamos para de alguna manera «enloquecer». Si nos enojamos por cualquier cosa inmediatamente se asume que es por estar en «nuestros días». Somos más sensibles al estrés laboral o al tiempo que dura el semáforo para cambiar.

No me malinterpreten. No quiero decir que somos invencibles o que tenemos superpoderes, no es así Es solo que nos hemos adaptado a nuestras responsabilidades hasta al punto de hacerlas casi perfectas. Sin importar los lugares de poder por los que luchemos alcanzar, la cantidad de hijos que tengamos. Las responsabilidades que nos obligan a trabajar horas extras o las odiseas culinarias que nos enfrentamos cuando nos visitan al hogar.

En el fondo de nuestras almas, donde ya no quedan mascaras, solo queremos ser mujeres. Sin ningun tipo de adjetivo extra. Ni madre, ni amante, ni hija, ni esposa, ni novia, ni abuela, ni empleada… solo poseer la libertad de ser mujer. Eso es lo que nos hace totalmente felices.

Irónicamente en muchos de los casos es estando con ellos cuando nos sentimos plenas.