Ayuda externa

Y cuando mas envuelta estas en los líos de la oficina. Cuando manejando atascada en el transito con mil cosas que resolver, la nostalgia se sienta a tu lado y te pone conversación. Inicia su monologo con incoherencias publicas llenas de significados que solo tu entiendes. Te obliga a pensar, a recordar las historias del ayer que asumías superadas mucho tiempo atrás.

Llenas tu mente de interrogantes, de «y si», analizando los diferentes y ya imposibles finales de historias que ya concluyeron. Nada cambiara y lo sabes, es solo pensar. Por hilvanar ideas y crear nuevos presentes.

Creo que es un moderno método de tortura. Sabes que ya es pasado. Pero esa estúpida llama de esperanza se mantiene latente y encendida. No conoces el motivo, pero sabes que sigue ahí.

Entonces te das cuenta de que no son suficientes tus aristas propias, requieres ayuda externa. Ahí es donde convocas a tus amigas. A esas locas incoherentes que te conocen mas de lo que deberían y por eso te soportan. Esas incomprendidas sociales que amas y en quienes confían. Que son capaces de estrellarte contra una pared, solo para hacer que reacciones debidamente ante una situación.

Es con ellas, entre lagrimas y alcohol, donde te atreves a desnudar tu alma decir en voz alta aquellas cosas que te autoprohibes pensar.

Que dicha saberlas presentes y dispuestas. Sabias y coherentes. Incapaces de reprimirse y de mentirte. Autenticas y leales.

Relato de mi Aventura Amorosa

Primero debo ofrecerles mis disculpas por la tardanza en la publicación de este post. A veces es mejor no avisar, pues las complicaciones del día a día tienden a envolvernos de forma tal que impiden que cumplamos. He aquí el relato de mi “Aventura Amorosa”.

Confieso que la idea fue mía. Él fue capaz de ceder para hacerme feliz, yo sentía que no siempre debía hacerlo él, así que la idea de hacer la sesión de fotos de nuestra boda en el Pico Duarte, era mi manera de decirle lo importante que es.

No soy atlética, más esta aventura hizo que me diera cuenta que mi cuerpo necesita más atención y no solo mi cabellera.

El viaje vale la pena. Las vistas son magníficas. Las subidas pesadas. Las bajadas largas. Los montes interminables. El frio eterno. El agua de los ríos exquisita. La naturaleza te arropa a cada momento. Es el tipo de experiencia que recomiendo vivir, al menos una vez en la vida.

Las duchas están restringidas a una diaria. Primero porque pasas al menos 10 horas diarias caminando. Segundo la temperatura de las aguas de tal que piensas varias veces antes de bañarte. Eso sí, confieso que todo el cansancio corporal desaparece al meterte en estas heladas aguas. La única técnica viable es no pensarlo y simplemente sumergirte.

En esta isla presentamos un clima subtropical, con una temperatura promedio de 25° centígrados, así que enfrentarse a temperaturas entre 2 y 8 grados Celsius no es nada agradable ni fácil de manejar. El ambiente caribeño y tropical que predomina en mi país por eso enfrentarnos a temperaturas frías no es común.

Admito que sola no hubiese podido terminar todo el trayecto. Cada vez que mis rodillas falseaban por el cansancio y el uso constante, podía contar con “Paloma”, “Morena” y “Federico” (a este último lo bautice así, pues nadie conocía su nombre). Tres mulos que me llevaban sobre su lomo para avanzar más rápido. Fueron tantas las ocasiones que ya conocía la técnica de como montarlos.

Dormir tiene trucos. Los pisos de madera resultan más cómodos que los de cemento. Tuve que improvisar una almohada con la ropa que había llevado.

La ruta consta entre 60 y 70 kms., pero están medidos en forma lineal, cabe destacar que lo menos que tiene el terreno es linealidad.

Llega un momento en que simplemente caminas de forma mecánica, sabes que tienes que hacerlo, pues al detenerte te retrasarías y tardarías más en descansar.

Las rodillas de varios miembros del equipo (incluidas la mías) hicieron que cambiáramos la ruta original. Nos quedamos dos días en uno de los puntos a descansar, pues el camino de bajada lo haríamos en un solo día. Fue en ese lugar, en Compartición, donde logramos interactuar de manera real con el ambiente que nos rodeaba.

Hicimos caminatas, turisteamos en el lugar, disfrutamos de amaneceres hermosos, respiramos un aire completamente puro, durábamos mucho tiempo alrededor de la fogata charlando y conociéndonos. Hasta me anime a completar la sesión de fotos que estaba pendiente.

¿Qué más puedo decir para transmitirles toda la experiencia vivida? Solo puedo dejar ante ustedes imágenes que ahora complementan mis recuerdos.

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