¡Qué magistral maestro es el tiempo! Te enseña quieras o no. Te obliga a aceptar sus verdades, quieras o no.
Se encarga de destruir tus teorías implantando las suyas propias. No pregunta ni deja espacio a duda alguna. Sus verdades son absolutas.
Las verdades de los seres humanos son relativas. Me ha costado aceptarlo en mi vivir.
Siempre pensé que entre los amigos las situaciones eran horizontales. Que por ser tan cercanos no había necesidad de paños tibios, ni medias tintas. El tiempo, siempre sabio, me ha demostrado que no es así.
Aún ante los amigos hay que cuidar las palabras. Incluso ante ellos, se requieren máscaras para no ofender y sueros para que las palabras caigan sutilmente.
¡Qué triste es descubrir que los amigos no son más que desconocidos cercanos!