Mi sabia madre me mostró un ejemplo que al día de hoy sigue latente. Recuerdo los instantes en que mi padre la invitaba a acompañarle e inmediatamente olvidaba los calderos que hervían en la cocina o la ropa pendiente de lavar en la lavadora: de forma inmediata ella se alistaba para ir con él.
¡AHORA LLEGO MI MOMENTO!
Mi esposo ha escalado en más de 8 ocasiones el punto más alto del Caribe: «El Pico Duarte«. Ahora me toca a mi. Gozo de la naturaleza, pero no radico en la predilección que él ostenta por las aventuras al aire libre. Confieso que nunca me pensé protagonista de esta trayectoria y que también dije varias veces «mis uñas largas, mis tacones altos y mis vestidos de fiesta no combinan con el Pico Duarte». Y heme aquí… preparando botas de militar, «spleeping bag», brújula, linternas, abrigos y guantes, elementos que me servirán en este nuevo reto.
Mañana iniciamos el ascenso. No regresaré a la civilización hasta el día 8 de enero. Por lo frío del ambiente me abstengo de llevar móvil, pudiese llegar a perderlo, así que les tocará esperar a que baje para contarles mi experiencia.
PD: Aprovecharé lo mucho que le gusta el lugar a mi galán para hacer la sesión de fotos de nuestra boda, pues la teníamos pendiente. De esas también tendrán pruebas.
Fotos del archivo de experiencias de mi esposo