Ayuda externa

Y cuando mas envuelta estas en los líos de la oficina. Cuando manejando atascada en el transito con mil cosas que resolver, la nostalgia se sienta a tu lado y te pone conversación. Inicia su monologo con incoherencias publicas llenas de significados que solo tu entiendes. Te obliga a pensar, a recordar las historias del ayer que asumías superadas mucho tiempo atrás.

Llenas tu mente de interrogantes, de «y si», analizando los diferentes y ya imposibles finales de historias que ya concluyeron. Nada cambiara y lo sabes, es solo pensar. Por hilvanar ideas y crear nuevos presentes.

Creo que es un moderno método de tortura. Sabes que ya es pasado. Pero esa estúpida llama de esperanza se mantiene latente y encendida. No conoces el motivo, pero sabes que sigue ahí.

Entonces te das cuenta de que no son suficientes tus aristas propias, requieres ayuda externa. Ahí es donde convocas a tus amigas. A esas locas incoherentes que te conocen mas de lo que deberían y por eso te soportan. Esas incomprendidas sociales que amas y en quienes confían. Que son capaces de estrellarte contra una pared, solo para hacer que reacciones debidamente ante una situación.

Es con ellas, entre lagrimas y alcohol, donde te atreves a desnudar tu alma decir en voz alta aquellas cosas que te autoprohibes pensar.

Que dicha saberlas presentes y dispuestas. Sabias y coherentes. Incapaces de reprimirse y de mentirte. Autenticas y leales.

Los errores que amamos

¿Por qué amamos tanto? ¿Por qué  duele amar así como lo hacemos?

¿Por qué seguimos haciéndolo si sabemos las consecuencias? ¿Qué nos motiva a tomas tantos riesgos?

No sé si fui ingenua al pensar que amarías igual con la misma fuerza de un huracán.
Fue mi culpa al final el quererte de más y tan sólo recibir la mitad.

Bajé la guardia y aposté el corazón. Tantas palabras y ninguna emoción.
Yo te quise y no te bastó, y aún te amo a pesar de que has sido mi peor error.

Y seguimos intentándolo una y otra vez. Siempre buscando el final feliz que nos vendieron en la niñez y en el que a pesar de nuestra edad, seguimos creyendo.

Un juego cíclico de nunca acabar… eso es amar.