Y después de un largo día de mil «responsabilidades» que cumplir, donde todos los pendientes eran urgentes, donde cada asignación era esperada por alguien, llega la desesperación.
Ese anhelo intrínseco de llegar a casa, quitarte la ropa de trabajo, y solo descansar. Recurrir a lavar el cuerpo del estrés laboral y del cansancio mental. Pero entonces al sentirte ligera es cuando te das cuenta que hay algo más.
Debajo de las capas de tela del caluroso uniforme de oficina, la tristeza ha hecho un nido. Simplemente estás llenas de nostalgia y melancolía. Y no sabes porqué.
No queda ánimo siquiera para decir que no. Dedicar tiempo a cuidar de ti, se va a un quinto lugar en la lista de prioridades.
A veces, para esconder del mundo tu «debilidad», te sacudes las penas y te encierras en las responsabilidades que te esperan en el hogar. Así entre platos que lavar, ropa que organizar, comida que preparar, pisos que limpiar… escondes el malestar animico que te afecta.
El detalle es que no es una solución permanente. Ni resolverá la situación ni impedirá que vuelva a ocurrir. Es sólo una vía de escape.
Y lo sabes.
Sólo que te auxilias de ella hasta que llegue el momento en que todo el castillo de naipes caiga. En que guardes tanta presión dentro de ti y explotes como un globo al posarse en un cactus.
Esperas que cuando ese momento se marque en el reloj, estés lo suficientemente sola como para que nadie se percate de que eres humana… De carne y hueso e imperfecta.
Defines con pulcritud los quehacer de una mujer y aun te faltó el deber de aceptar sexo, aunque no lo deses. Un beso
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Es solo que desde el episodio de Eva y su metida de pata con la manzana, las mujeres andamos con mucha carga sobre nuestros hombros.
Agnyez!
Ps. Gracias
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A hombres y mujeres, los quehaceres cotidianos a veces nos salvan de hundirnos en el sofá y la desesperanza… aunque la tristeza no desaparezca y no se lave con los platos, al menos durante ese rato queda en el fregadero.
Besos.
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Pero es una excusa barata para olvidar los males que ostentamos y de los cuales carecemos las herramientas para resolverlos.
Agnyez!
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Más barata que un terapeuta si que es. 🙂
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En eso no puedo quitarte la razón.
Agnyez!
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Algunas veces perdernos en esos quehaceres nos salva, por un segundo, de los que nos inquieta, pero sólo es un segundo.
Lo cierto es que deberíamos encontrar ese «algo más» de otra forma.
Un besote Agnyezka…
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Hola María:
Encontrar otras maneras en las cuales perdernos.
Agnyez!
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