Al casarnos lo hacemos con el firme deseo que trabajar para que todo siempre marche bien. Sabemos que los problemas aflorarán y enturbiaran nuestras horas, el detalle radica en no permitir que la tormenta dure más del tiempo adecuado.
Normalmente en la historia de la humanidad es la mujer quien ha asumido las responsabilidades que vienen con el título de “señora de”. Callamos y cedemos, siempre sacrificándonos porque eso es lo que exige de nosotras la sociedad.
A pesar de mi vena feminista, tengo que destacar el caso de que a veces quienes tienen que ceder son los hombres. Los que fueron criados de la manera correcta por sus madres y que no se dejaron contaminar por el machismo imperante, también sufren.
Como los opuestos se atraen, son los caballeros lo que se enfrentan a la situación de ceder y callar. De pasar por alto sus arranques de ira y mantener la familia en orden. Son hogareños y tranquilos, prefieren quedarse en casa a tomarse unas cervezas con los amigos.
Llega un momento en que esta situación se muestra cuesta arriba. Aunque nos guste la vida en familia, a veces necesitados distendernos. Salir del ambiente conocido, hacer cosas que personalmente nos gusten con los amigos, los hermanos o hasta sólos.
En la relación de pareja se necesita extrañar al consorte. Que al llegar la noche tener cosas que contar respecto a nuestro día. Tener la libertad de ser uno mismo mientras se vive en par. No me malinterpreten, no hay que caer en la percepción de que se es soltero y no hay que reportarle horarios a nadie. Las reglas del hogar se respetan, todos los excesos son dañinos.
Lo más difícil de todo, es nunca saber la manera en que toda esta vorágine un día explotará. Las mujeres nos concentramos en los compromisos para olvidar lo que nos molesta. Los hombres cambian. Empiezan a hacer exactamente las cosas que nunca antes hacían. Ninguno de los géneros maneja sus sentimientos de la manera idónea. Lamentablemente, cuando se dan cuenta de que hay otra forma de hacer las cosas, ya es muy tarde para dar marcha atrás.
Me gusta como lo escribiste, pero no puedo estar más en desacuerdo, al menos en mi caso, pero creo sinceramente que en la mayoría de casos, cedemos lo que haga falta.
Besotes.
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A veces sí, pero no debe ser. Debe existir un equilibrio entre ambos miembros de la pareja.
Agnyez!
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Debe, tú lo has dicho.
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Estoy de acuerdo contigo porque pasa en la mayoría de los casos aunque el porcentaje va bajando.
Besos
Ana
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Pero las causas siguen afectando a quienes no preveen la situación.
Agnyez!
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Si en una relación de dos sólo cede un@, es lógico que no salgan las cuentas luego… Y lo digo yo, que soy de letras.
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Y es ahí donde los números no cuadran.
Agnyez!
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Si la cosa en de dos, ceden los dos, si no es así se toma un camino de un único sentido……
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Lo peor es que a veces se llega a sentir que es una «obligación»del otro ceder ante nosotros. Cuando se cansa de ceder es cuando la bomba explota.
Agnyez!
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Compartir,sin dejar de ser uno mismo y los dos..Dificil encontrar el equilibrio.Allí sigo aprendiendo,disfrutando,compartiendo,mejorando..
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Es sólo tener el interes de hacerlo. Entender que estamos juntos, más neo revueltos. Yo confío en que querer es poder.
Agnyez!
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Muchas veces se piensa que se puede modificar al otro, hacerlo a la medida de nuestros sueños. Un común y grave error.
Hasta pronto.
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Pero santo…. En la diversidad donde está la diversión. Sería muy aburrido que fuésemos exactamente iguales.
Agnyez!
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