El día transcurrió con los avatares de la oficina impidiéndome pensar en las cosas que sentía… Cuando finalizó el encontrarme en la serenidad y el frío de mi habitación, ya no quedaron razones para mantener las murallas de mi alma.
Y me tiré a la cama a llorar. Mis lágrimas parecieron haber estado esperando ese momento de soledad para poder salir. Lloré como desahuciada, sin pretender evitar que alguna saliera. Lloré como desesperada, queriendo que brotara el corazón del pecho.
Lloré por penas antiguas… por esas en las que me tocó hacerme la fuerte y no llorar. Lloré por dolores actuales… cuyas heridas están abiertas y sangran. Lloré por premoniciones futuras por cosas que se que pasaran. Lloré por las consecuencias de todas las decisiones que he tomado en mi vida…
Sólo me dediqué a llorar por mi.
quisiera llorar a tu lado, pero presiento que eso es imposible….
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Que hacer con las lagrimas ya derramadas…
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Llorar es escape. La intensa presión disminuye y el corazón descansa. La realidad de lo que pasó y pasa, sigue inmutable. Un abrazo y feliz año
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Palabras idóneas y llenas de sabiduría. Gracias.
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Estoy muy de acuerdo con Ruben, llorar es un escape… Y son las lágrimas el lenguaje sin palabras del dolor…
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Esas (nuestras lagrimas) no nos permiten mentirnos a nosotros mismos, aunque sepamos mantener la mejor de las mascaras ante la sociedad.
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Porque sólo ellas conocen la verdad…
Besos 😉
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Así es…. Como mentirles sí ellas vienen justamente de dónde está la verdad (adentro).
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