Irremediablemente llega el día en que te cansas. En que simplemente te fastidias de luchar contra la corriente y te dejas arrastrar por ella. Un día despiertas y dices “Al diablo con todo”. Ese día al secar tus lagrimas te das cuenta de que la llave de tus ojos se cierra.
A pesar de recién despertar te sientes exhausta, totalmente asqueada y hastiada de estar en un círculo vicioso y dañino que no conduce a ninguna parte. Te sientes estúpida por querer arreglar lo que alguien más dañó intencionalmente. Tú te sacrificaste en pos de curar el alma de quien no quiere ser sanado.
Siempre has estado dispuesta a dejarle descansar aun cuando tengas que correr los kilómetros extras que hacen falta para terminar la carrera. Hoy nada de eso vale la pena. Nada de eso es suficientemente significativo como para hacer un sacrificio extra, pero no tú, él.
Es a él a quien le toca demostrar que tan importante eres. Es el quien debe doblegarse y aceptar los errores que cometió en tu contra. De forma lamentable ambas sabemos que no lo hará. Su orgullo no le permite admitir debilidad alguna.
Por eso es que estas cansada, física y emocionalmente agotada. Ya el estrés emocional se esta reflejando en tu salud, haciéndote sentir cada vez mas incapaz de superar esta situación. ¿Qué tanto deberás caer para darte cuenta de que es suficiente? ¿Qué más te falta por sufrir?
Ya es hora de que despiertes.
Nada es más importante que tú, asi que, toma un descanso, pon las cosas en claro y si ya no es posible la convivencia, retirate.
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Gracias. A veces lo difícil es aceptar dejar ir lo que siempre ha estado aunque sea dañino.
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Esta liga te lleva a un ejemplo de hacerlo con chisguetes de adrenalina… http://senddero.wordpress.com/2012/11/02/la-clase/
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Siempre has estado dispuesta a dejarle descansar aun cuando tengas que correr los kilómetros extras que hacen falta para terminar la carrera.
Esa es una gran frase, genial diría yo, por lo descriptiva de una situación que se adivina por tus palabras, en fin, supongo que solo al escribirlas ya has dejado un poco de correr por todo el mundo.
Besos.
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El «marianismo» nos afecta tanto, lo tenemos metido en el ADN más que sólo en la sangre. Es peor que cualquier droga adictiva.
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