Hasta anoche no era consciente de lo que realmente acontecía a mi alrededor. Hasta anoche cuando él preguntó por su ausencia. No sé por qué, a lo mejor sólo había bloqueado todo lo que pasó un año atrás.
Aunque todos esperábamos ese llamado, nadie estaba preparado para la vorágine de sentimientos que se vieron involucrados.
Se fue mi matriarca. Esa dulce y dedicada anciana en torno a quien giraba nuestro mundo. Su presencia hace falta. Han pasados muchas cosas que con su toque personal hubiese sido diferentes.
La compra de un hogar, un nacimiento, una boda, ella hubiese sido feliz al ver como sus descendientes asumían sus destinos.
Hace un año ya desde que no está. Y su ausencia está tan latente como el día en que se fue.
Sólo nos quedan sus recuerdos y los valores que sembró en cada uno de nosotros. Nos queda su legado, sus regaños y sus sonrisas, y todo se extraña en la misma dimensión.
Me resta sentirme dichosa por haberme sentado en sus piernas, que peinara mis trenzas, de haber compartido mi cama con ella, de acompañarle en algunas de sus andanzas, especialmente de haberle cuidado cuando su salud empezó a fallar y de encargarme de su alimentación cuando hizo falta.
Sigues aquí conmigo, mamá.
Nunca se está preparado para el «adiós»… Ni siquiera cuando sabemos que se aproxima la partida…
Pero no hay mejor recompensa que reposar en la tranquilidad de saber que todo lo dimos, que todo lo hicimos… Y que estuvimos ahí cuando fuimos necesitados.
Bello y conmovedor tu relato.
Besos 😉
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Tristemente llega el momento en el que el adios es definitivo.
Gracias.
Agnyez!
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Mi madre murió hace seis años y el vacío que dejó nunca se llenará.
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Y cada día te encierras en tus obligaciones para olvidar, pero irremediablemente encontraras su esencia en pequeñas cosas. Una tonada que cantaba a veces, su toque especial al cocinar, las flores que ponía al lado de su cama, las plantas que sembró en el balcón, el gato del vecino que la visitaba en las tardes… siempre seguirán acompañándonos… Como sacarlas si ellas hicieron nuestras vidas.
Agnyez!
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Eso es muy doloroso, querida amiga. Guardo silencio y te abrazo.
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Gracias Ruben… te siento aquí confortándome.
Agnyez!
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Yo ya he perdido a los dos, a edades muy jóvenes. Es muy duro, muy duro. A mi me alivia saber que ya están juntos y en el cielo. Animo, ahora tienes un angel que te cuida y protege.
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Sólo nos queda la resignación de saber que ya no sufren más.
Agnyez!
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Y en mi caso que están juntos.
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