
Hoy es diferente… desde que me digné a abrir los ojos ante los rayos matutinos del astro rey… sentí nauseas… no por el embarazo que muchos mal intencionados quisieran sino mas bien por la vida misma. Asqueada a totalidad del modo en que los seres humanos nos hemos resignados a vivir. Hastiada de la indiferencia, del interés, de la envidia, del rencor, de la maldad…
Pero, pensando bien las cosas, la situación está tan extendida que muy probablemente soy yo la extraña en todo este entorno. Yo soy, la estúpida que aún tiene fe en las personas simplemente porque sí, la tarada que aún disfruta los ocasos, la idiota que aún se enternece al compartir con un niño y llora como magdalena ante una película ridículamente romántica.
Aburrida fatalmente por las cosas normales, que ante mis criterios no lo son.
Mareada hasta el cansancio por las faltas generales que a mí me irritan.
Pero en ese momento recuerdo una frase sabia que un hombre sabio me dijo alguna vez «no esperes nada de nadie», si acepto el precepto como concepto de vida me tocará adoptar un nuevo estilo.
No esperar el perdón ante la falta cometida. No esperar las gracias ante los actos bien intencionados. No esperar el elogio ante el trabajo bien realizado. No esperar el gesto de esperanza ante las desventuras. No esperar sencillamente no esperar.
Despertar en mi ser una apatía y un desinterés general por todo y para todos, hacer lo que me corresponde hacer, en el momento preciso y en la forma concisa, sin externar pregunta alguna, y menos aun presentar alguna interrogante… ¿Para que?… ¿Esperando alguna respuesta? No hay porque hacerlo. ¿Para qué esperar… lo que no acaba de llegar? Julio 2, 2008 – 7:30am – 5:05 pm 25 de agosto 2008
03:04 PM