Elena tiene una ilusión

Vivió años enteros de su vida entregada a cultivar la relación con su esposo. De encontrar cada día una nueva razón para seguir sonriendo y seguir adelante. Con el paso del tiempo las energías se fueron menguando, poco a poco se fueron gastando los deseos de seguir intentándolo.

Le costaron muchas lagrimas entender que el camino juntos se estaba terminando para ella, ya prefería quedarse sentada. Estaba cansada de seguir insistiendo para que todo funcionara.

Un día amaneció decidida a todo. Antes de que se fuera a trabajar le explicó a él las razones que le impulsaban. Se cansó de llevar sola la responsabilidad de hacer fluir un matrimonio de dos.

No valieron las promesas de un futuro mejor. No resultó la teoría de mantener la estabilidad matrimonial en busca del bienestar de los niños. Siquiera el auto recién comprando que encontró frente a su hogar. Ninguna justificación sería válida para el cansancio que llevaba guardando en la piel.

Ya nada de esas cosas le interesan. Ahora sólo piensa en ella y en su bienestar a largo plazo.

Elena está ilusionada. Encontró en una voz sin rostro la motivación para nuevas sonrisas.

Ahora Elena tararea sin darse cuenta, canciones bonitas. Ya su mirada no es triste.

No conoce el nombre del caballero que le galantea, tampoco le importa. La alegría que le profesa le basta.

Elena tiene una ilusión, y es feliz teniéndola.

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