a letter to say goodbye

Las cartas de despedida son tristes. Especialmente si cada palabra queda en el papel bañada con el sabor salado de las lágrimas, que acompañan la cruel tarea de decir lo que se siente.

Varias misivas han sido redactadas por mi puño y mi letra intentando decirte las cosas que ambos sabemos y nunca terminamos de aceptar.

Hoy es diferente. Hoy lo digo sin pesar. Hoy escribo sin mirar hacia el pasado con añoranza. Mi adiós no lleva tristeza al pronunciarse.

Hoy he decidido recordarte con alegría en mi rostro y en mi alma. He asumido la convicción de agradecerte la estadía que tuviste en mi vida.

Esta vida no es sólo un valle de lágrimas que siempre existen razones positivas con las cuales engalanar las historias. Eso es lo que pretendo.

¿Decisiones? Ya he asumido. Es por ellas que he decidido dejarte seguir tu camino. Otra será más dichosa y logrará atarte a su cuerpo y a su alma. Me he resignado a que fuimos mutuamente tubos de ensayo.

A esta altura de nuestras vidas y con la frente en alto mirando al sol, sólo me resta agradecerte.

Doy gracias, pues nunca fue tu deber amarme así.
Doy gracias, por las veces que mirándome a los ojos fuiste más sincero de lo que crees.
Doy gracias, por las ocasiones en que te mantuviste a mi lado, a pesar de mis desplantes.
Doy gracias, por el día en que secaste mis lágrimas a pesar de la vergüenza que me embargaba.
Doy gracias, por los momentos en que me hiciste sentir única.
Agradezco el beso que me diste cuando la lluvia nos cubría; los momentos en que me abriste tu corazón; por haberme hecho parte de tu vida.

Hoy te digo adiós, agradezco y admito haber disfrutado tu presencia el tiempo que estuvimos uno al lado del otro.

De igual forma, me toca vestirme de humildad y pedirte perdón.

Perfecta no soy, en algún momento no hice las cosas como debía.
Perdóname, por haberme comportado erróneamente.
Perdóname, por no haber seguido tus planes.
Perdóname, por dejar las puertas abiertas y permitir que continúes tu sendero, porque eso no es lo que quieres.

Ya no quiero decir que eran las últimas líneas que escribiría por tí… lo he dicho antes y no ha sido así. Aprovecho la ocasión para decirte que he gastado mucha tinta en ti y por ti. No es un regaño, solo una salvedad.

Hoy nos separamos, dirigiéndonos hacia el destino que hemos elegido, pero con la satisfacción interna de que hemos aprendido el uno del otro. Somos diferentes a aquellos que se conocieron una vez. Hemos crecido. Hemos madurado.

Separamos rutas con la convicción, de que a pesar de todo y de todos, hemos vivido lo nuestro intensamente.

Sin más que agregar, me despido.

yours…

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